domingo, 28 de enero de 2018

Saber enfocar nuestra inteligencia social




Uno de los temas que más me llaman la atención en cuanto al desarrollo de las personas es la manera en que se expresan las emociones, los afectos. Estoy hablando de la estabilidad de la persona, lo que hacemos por amar y ser amados. Uno de los fenómenos que observo con recelo es la popularidad de los “canhijos”, es decir, la manera en que muchas personas están adoptando a perros como si fueran auténticos familiares sanguíneos.

En un primer aspecto, me parece que más que hacer un juicio, decir si está bien o mal, vale la pena reflexionar, ¿qué hace que una relación humana, en el formato que se trate, crezca y sea edificante. Estamos hablando de que el trato de las personas es un reto en que día a día se tienen que ir ajustando enfoques, respeto a modelos de vida, recibir apoyo y desde luego que también críticas cuando perdemos el rumbo, no todo en la amistad, o en la relación humana es grato, tiene puntos dulces y algunos no muy agradables.

Mantener el interés por la relación humana es conectar uno de los fundamentos que nos han hecho mantenernos como especie, la socialización, las primeras civilizaciones debieron crear lenguaje, escritura, normas, leyes, códigos, en suma, procesos comunicativos que nos ayudan a estar donde estamos, en el mundo que conocemos, que puede mejorar no hay duda; sin embargo, es el resultado de la interacción como sociedad. ¿Todo esto hubiera sido posible si nuestros sentimientos y afectos se hubieran enfocado hacia los perros, por ejemplo.

Hay quien afirma, “es que los animales son más nobles y sabios que los seres humanos”, cuando escucho esto me imagino dónde dejar la obra de Shakespeare, o los versos de García Lorca, o qué decir del genio de Mozart, ¿qué hubiera sido de la obra de Bach si en lugar de orientar sus obras a la adoración a la divinidad hubiera hecho sus obras pensando en un perro? Vale la pena meditar, ¿de verdad todo lo que ha hecho el ser humano es deprimente como para que un perro nos dé más “sabiduría”?

Estoy convencido del respeto a las especies, a todas, pero también me parece que respeto no significa reemplazo o humanización. Por otra parte, ¿quiénes nos sentimos para quitarle su identidad a un perro?, para los expertos eso también es una manera de agresión (http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/cesar-millan-dice-que-humanizar-a-los-perros-tambien-es-maltrato-animal/474746). No se trata de enojarnos o descalificar, es necesario reflexionar si nuestras acciones lejos de ser un beneficio es una limitante de inteligencia social.

Cuando menciono el tema de la inteligencia social, esta se puede entender como “capacidad para relacionarse con los otros. Es una habilidad innata de todos los seres humanos pero que es necesario desarrollar para lograr una mejor convivencia y una buena calidad de vida”.

La inteligencia social es la que nos permite educar hijos, la que nos permite llegar a acuerdos, la que nos hace crear algo en beneficio propio y de los demás, la inteligencia social es la que nos hace ver que la relación con amigos, familia, conocidos y desconocidos nos relaciona y nos da la posibilidad de mejorar, un perro es una grata, gratísima compañía, pero su presencia no nos significa una hazaña de socialización, es una relación en donde nuestro rol se está limitando a atender caprichos que suponemos “hará felices a nuestros perros”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario