viernes, 10 de octubre de 2014

El coach como líder educativo (parte I)



Hace pocos días tuve la oportunidad de platicar con un coordinador académico, de una maestría en educación, y en la charla le explicaba la importancia de impulsar la figura del coach educativo para robustecer los liderazgos que pueden emerger de manera ya dirigida. De inicio me vio con cara de extrañeza y luego de un momento me dijo que no le parecía muy adecuado, con una expresión como si estuviera tratando de entender un concepto de física cuántica.

Desde luego que le expliqué el beneficio que esta habilidad puede tener para que el maestro, junto con el alumno, logre una mayor sinergia, exploren nuevas formas de aprender y obtengan resultados más efectivos y gratificantes. Su expresión no cambió, y lo que sí me pudo decir fue: “pues no le veo mucha relación con los objetivos de aprendizaje, para eso ya hay teorías, si acaso relacionarlo con orientación vocacional o asistencia a alumnos con mayores problemas de rendimiento”.

Entiendo que no hay obligación de saber de todos los temas, por supuesto que acepto que exista poca precisión sobre las nuevas técnicas de trabajo que no por fuerza significan teorías, pero sí métodos de trabajo muy ágiles. Por eso es que esta anécdota la tomo como una oportunidad de generar información que eventualmente pueda ayudar y no como una afrenta a los conocimientos que cada día buscamos actualizar.

¿Por qué se necesita un coach con enfoque académico? Por la gran carencia de recursos comunicativos y motivacionales que existe en la docencia, el menos en el caso de México. Es decir, el trabajo del maestro se encuentra en lo cotidiano en una línea de confort, pues los alumnos saben que van a tomar clase y el maestro efectivo sabe que tiene que dar clase, por lo tanto todo gira en torno al contenido de la materia, mismo que puede estar, normalmente, poco actualizado. Por lo tanto el maestro que dé el contenido es considerado como bueno.

Ahora, si hablamos de competencias se profundizan los problemas. En talleres que he podido impartir a pregunta expresa de ¿cuánto tiempo planea la clase, maestro?, escucho respuestas de media hora, una hora, dos horas. Bien. Posteriormente cuestiono ¿y cuánto tarda en preparar el material que utiliza?, y me responden una hora, hora y media, hasta tres horas de labor (muy creíbles en maestras de preescolar).

Lo que resulta revelador es que al indagar ¿cuánto tiempo se toma en pensar lo que va a decir a sus alumnos?, nadie ha sido capaz, hasta ahora, de darme una respuesta concreta, lo normal es silencio o una sonrisa nerviosa. Al margen de profundizar, me inclino a pensar que no se destina tiempo a planear lo que se expresará porque se piensa que comunicar es un asunto inmediato, automático, y en el mejor de los casos el problema está resuelto pues por ello existe el contenido de la materia.

En este tema me parece que los docentes no hemos hecho, en lo general una lectura del nuevo público (alumno) que enfrentamos. No hemos actualizado o incorporado novedosas competencias. La realidad nos marca que el alumno tiene acceso a mucha información, que está interrelacionado todo el tiempo, que saben que pueden opinar y disentir (y lo hacen evidente), donde sobran estímulos que pueden distraer la atención, y en general jóvenes que valoran el competir en un mundo de igualdad y respeto. Así es la generación Milenium. En tanto muchos maestros seguimos con el mismo estándar de competencias de los Baby boomer. Para comprender con mayor detalle pueden ver el siguiente vínculo que lo ilustra todo con claridad: https://www.youtube.com/watch?v=PmKy7U9sgtw



 
Uno supondría que ante un mundo cambiante y poco estable se requiere de nuevas habilidades, de ello estoy convencido, y por eso es que se está desarrollando este tema. Lejos han quedo los tiempos en que el alumno admiraba a su maestro por saber muchas cosas. El conocimiento es algo más dinámico, por ello el maestro debe enfocar sus competencias hacia el liderazgo educativo, siendo la técnica del coach el vehículo para lograrlo.
De inicio, ¿qué es un líder educativo? Grinberg (1999) señala: “Es imprescindible que el líder educativo posea el entendimiento, el conocimiento, la visión, los hábitos de pensamiento y acción, la disposición de indagar, cuestionar y problematizar, la inclinación a tomar riesgos y a experimentar y evaluar consecuencias, las habilidades para crear espacios y prácticas que sean cuidadosas, dedicadas, respetables y respetuosas, confiables, estimulantes, preocupadas, y que contribuyan a desarrollar comunidades de aprendizaje donde se avancen la democracia, la equidad, la diversidad y la justicia social”.

Sobre este comentario se pueden agregar algunas ideas. Antes que anda, en ninguna parte se hace mención al temario, el maestro no es visto o valorado a partir del desarrollo de un programa de estudio. Esto no quiere decir que no interese, es natural que debe dominar su área de conocimiento, para eso está. El líder educativo, como se pudo apreciar, debe ampliar sus competencias sobre la visión, sobre el cuestionamiento, sobre la toma de riesgos, sobre experimentar, sobre el crear espacios, solo por destacar algunos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario