martes, 7 de julio de 2015

Viendo más que contenidos

La semana pasada tuve la oportunidad, durante una clase, de destacar la importancia de los tres soportes de la educación, al menos en su plano más inmediato, digamos básico. Si bien es cierto que la tecnología cada vez tiene, y debería, lograr un mayor protagonismo, no podemos dejar de lado fundamentos.

Bolsas de agua y clips o una pareja de enamorados, ¿Tú que quieres ver?
Para entender esta idea me gusta usar este ejemplo: se podrá inventar la casa más moderna, más futurista y con el mejor equipamiento, lo más tecnogico, lo que optimice el empleo de los recursos, lo que se quiera, pero invariablemente necesitará de espacios comunitarios (sala), espacios privados (habitaciones de descanso) y espacio sanitario (baño), sobre estos fundamentos es que la casa modernista se tendrá que ajustar. En la educación ocurre lo mismo, hay tres elementos fundamentales.

El primero es el diseño de la clase, esto incluye lo que es el tema, la manera en que se va a instruir, es decir, la opción que mejor ayuda a estudiante y maestro para llegar a la comprensión de los contenidos, que es el motivo de la clase. Puede ser la planeación por medio de un esquema, reunir notas, o por lo menos tener en la mente el contenido que se tiene que trabajar en la sesión.

En segundo lugar está el material que voy a utilizar: material para el alumno, trabajar un apunte en Evernote, una presentación en cualquier programa, y en general cualquier recurso que apoye a la explicación del maestro o al trabajo de los alumnos. El material es derivado de la planeación de la clase.

Hasta ahora no he dicho nada nuevo, la diferencia viene hasta el tercer elemento, y que la presentaremos como pregunta, ¿qué les vas a decir a tus alumnos?, con esta pregunta te invito a que trasciendas el sentido del cuestionamiento. No se trata de pensar en las instrucciones, en el saludo o en lo que se platica de manera casual con el alumno. Es hablar del lenguaje estratégico.

Preguntarse qué le vas a decir a tus alumnos te debe conctar con la parte inspiradora, motivacional y emotiva que hace que la clase sea diferente. Recuerda al que haya sido tu mejor maestro, ¿solo hablaba de la clase?, ¿solo se enfocaba en contenidos y materiales?, ¿algún maestro te habló de la vida, de tu forma de tomar decisiones, del futuro, de lo que es correcto y de lo que evitable?

Panqués y confiites o una alberca, ¿qué quiere ver?
Imagina que trabajas una materia de ciencias puras, química, por ejemplo, ¿puedes hablar este tipo de cosas con tus alumnos? claro, ¿vinculado con tus temas?, desde luego, esa es parte de tu creatividad. No es sencillo, no es inmediato, pero imagina que por pensar unos 20 minutos cómo armar una historia inspiradora que se relacione con un fenómeno químico, o con algo de contabilidad, o con aspectos de física, inspiras a tus alumnos a, quizás, replantear su relación con sus padres. Es posible en la medida que lo busques.

Imagina que tus alumnos te perciben como un buen maestro por lo que sabes y un gran ser humano por la manera en que logras relacionar las cosas para hacer historias de vida que les ayude a tomar mejores decisiones. De eso platicaremos en una próxima entrega.

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