lunes, 29 de mayo de 2017

La limitación de la definición




Una de las grandes obsesiones en las que he caído en cuenta es que socialmente nos encantan las definiciones; nos gusta la idea de que al vernos como productos terminados nos permite llegar a una definición absoluta, simple o directa. El terreno de la docencia me lleva a ver muchos casos en donde los jóvenes, los que están formándose como personas y profesionistas de manera más intensa, viven con creencias limitadoras de definición.

“Es que soy muy tonto”, “es que soy muy distraído” son las que me vienen a la mente de inmediato. Aplicando fundamentos de PNL les he podido responder con seguridad que no son tontos ni distraídos, lo que pasa es que hacen tonterías o hacen cosas que los distraen. En el momento en que dejen de hacer esas acciones la creencia dejaría de tener sentido o valor.

Claro, entiendo que eso implicaría una situación de trabajo, se constancia, de consciencia, sería muy bueno que se pudiera dar seguimiento a ello, la verdad es que en muchos casos no hay esa inflexión, ese quiebre en que se vaya por algo más. En lo cotidiano el triunfo es dejarlos con una sonrisa y se queden con la una idea de que no son algo ya “definido”.

La manera en que el sistema en que vivimos depende de las definiciones bien vale la pena meditarse. En otra faceta, me ha tocado ir contra corriente cuando trato de que un estudiante tenga un enfoque más allá de su carrera. Es decir, lograr que un estudiante se interese algo ajeno a su materias es muy difícil. Más allá de qué tan brillante u oscuro sea el paso de un estudiante en la carrera, abrir su percepción en algo que no “considera” que le sea de utilidad es muy complicado.

¿Cuál es el problema de esto?, a que la formación orientada a generar profesionistas conpensamiento amplio, diverso, incluyente, resultan ser sectores enfocados en la solución de problemas solo se concentran a su formación, sin sensibilidad para ampliar opciones, para entender el otro, para brindar un sentido de apoyo y comprensión a las demás personas.

Bien vale la pena trabajar y generar condiciones o discursos en que la diversidad nos ayude a entender que las definiciones puntuales corren el riesgo de encasillarnos, de pensar y creer que somos producto terminado, que lo que ya somos es la única manera que tenemos de vivir, de entender o tratar de solucionar los problemas que enfrentamos a diario.

Tan solo medita esto, ¿si nuestro humor siempre fuera el mismo a qué etapa nos remitiría, a la infancia, a la adolescencia, a la juventud, a cuando eras soltero o de casado?, ¿verdad que hemos pasado por varias etapas?, ¿verdad que lo que causa risa en la infancia no es por fuerza idéntico a la pubertad?, no se trata de que un humor sea mejor que otro, cada uno cumplió un valor y trascendencia en el momento de vida. ¿Conviene que limitemos nuestro humor a una definición?, ¿de qué nos perderíamos?

Si el humor no ha llegado a su punto límite, ¿cuál es la razón de definir otras tantas actividades, comportamientos y desempeños?, la apertura emocional es una virtud que se puede trabajar día tras día, si crees que eres un producto terminado, si piensas que ya no hay elemento de sorpresa en tu vida, te invito a iniciar un trabajo de coaching, y ahí podrás ver el universo de opciones que eres y la manera en que mejor lo puedes aprovechar.



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