jueves, 21 de abril de 2016

Cuando se cumple un sueño

Allá por 1997 inicié mi carrera docente, recibí la oportunidad de dar clase en preparatoria, grupos de 45 a 50 alumnos, y que desde luego lo vi como una oportunidad maravillosa, vamos, sí lo fue, pero descubres en el camino que dar clases en preparatoria es uno de los retos profesionales más desgastantes.

Mi primer sesión debió ser por ahí del 24 o 25 de agosto, los planes de estudio aun era en semestre. Y bueno, aunque me desespeaban muchas cosas, sobre todo por tratar de establecer un clase tradicional (lo acepto), se establecieron las bases para seguir en esto y disfrutarlo lo mejor posible.

Sin embargo, una cosa fue empezar a trabajar como maestro y otra el momento en que descubrí la magia de lo que implica la docencia, algo que fui hallé en el camino. Fue una mañana de noviembre, era fría, viernes como a las 7:40 de la mañana y tenía clase de introducción a las ciencias sociales. ¿Por qué tanto detalle?, porque así pasa cuando descubres el misterio o maravilla de las cosas, sobre todo cuando señalan el destino de tu vida.

Avanzaba la clase, y sin que fuera tema de la clase un alumno me preguntó mi opinión sobre, me parece, las crisis económicas. Eran tiempos en que empezabamos a descubrir la globalidad en la crisis y se acuñaron los efectos "samba", efecto "targo", etc., todo dependiendo que economía se estaba cayendo. A la fecha sigo sin ser un experto en temas económicos, pero leer diarios siempre te da una referencia.

Ahí estuvo la magia por primera vez ante mí, empecé a explicar lo que sabía, o lo que pensaba que sabía, y fueron algo así como 7 u 8 minutos en que di mis argumentos, tiempo en que me pude dar cuenta que tenía la atención de todos los asistentes, en silencio, interesados o no, contaba con silencio absoluto, me pude dar cuenta de ello por primera vez, y fue en extremo placentero llegar a una primera conclusión: "están  interesados en lo que digo".

El tiempo ha pasado y varias cosas han cambiado:
1. Ya no me preocupa tener una clase tradicional, mientras más disruptivas mejor.
2. Mucho de los planificado para las clases depende de lo que mis alumnos busquen en la red.
3. Ya no me encanta tener la atención de los alumnos, ha evolucionado a "compartiré lo que les pueda ayudar"

Este momento que les acabo de exponer se relaciona con otro instante mágico que estos tres criterios me han permitido gozar: iniciarme como instructor de certificaciónde coach. Porque no basta con gozar de la atención de la gente, tienes que hacer algo que ayude a los demás. No todo depende de lo que compartes, vale más trabajar para que la persona sepa hacer las cosas, y sobre todo, tratando de vivir lo menos tradicional posible, pues el mundo cambia día a día y pensar de manera flexible es una ventaja competitiva.

Te invito a que reflexiones lo que deseas en la vida, tres son las líneas que te describo

1. ¿Eres inconforme con tu situación actual de vida?
2. ¿Quieres trascender en las vida de quien te rodea?
3. ¿Eres ambicioso en generar cambios con métodos claros y efectivos?

Responder al menos a dos de estas preguntas de manera afirmativa te hacen candidato a ser coach, un coach certificado que pueda ser agente de cambio en su vida propia y en la de los demás. Te invito a que medites y tomes decisiones, logras estados de felicidad y conquista de metas puede tener también tu pequeño momento mágico que compartas de manera consciente. 

Un coach puede generar situaciones límite en el compromiso, en la visión, en el enfoque, como lo puedes apreciar en este ejemplo:

Encuentra tu estilo,  busca tu escenario, pero ayuda a la persona más importante del universo, a ti mismo, y sentirás la obligación de hacerlo con los demás.










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