Toda buena
acción totalmente pura, toda ayuda total y verdaderamente desinteresada que,
como tal, tiene su motivo exclusivamente en la necesidad del otro, es
verdaderamente, si la investigamos hasta su razón última, una acción
misteriosa, una mística práctica, en la medida en que nace del mismo
conocimiento que constituye la esencia de toda mística verdadera y no es
explicable con verdad de ninguna otra forma... Por eso... he llamado a la
compasión el gran misterio de la ética
-Arthur
Schopenhauer-
La compasión
como tal se entiende como sentimiento de tristeza que produce
el ver padecer a alguien
y que impulsa a aliviar,
remediar o evitar su dolor o sufrimiento, y dado el entorno en que
vivimos me gustaría que esto lo analizáramos con detalle, partiendo que es un
sentimiento de algo que está dentro de todos, cualquiera lo puede vivir, se me ocurre
por ello preguntar, ¿qué ponemos por encima, en nuestras vidas, para que este sentimiento no se exprese
cotidianamente?
Por otro lado, ¿hasta dónde es válido, correcto, comprometido el tratar
de aliviar esas penas en el prójimo? El punto puede ser un tanto provocador,
pero no podemos dejar de lado la inmensa cantidad de personas que lejos de
valorar la ayuda que reciben se resisten y continúan en su vida.
Esto nos pone en un dilema, se puede contar con una persona que tiene
compasión por sus semejantes y trata de ayudarlos a superar dolores y traumas,
y por el otro tenemos a personas que no tienen las condiciones básicas para
poder aceptar esa ayuda, ahí el punto de inflexión, la referencia es la
resilencia.
Urra (2010) en su trabajo Estudio sobre fortalezas para afrontar las
adversidades de la vida señala: “En física, la resilencia (de resilio: volver
al estado original, recuperar la forma originaria) se refiera a la capacidad de
los materiales para volver a su forma cuando son forzados a deformarse.
Y agrega: “Una definición posible de la residencia es, la capacidad
humana para enfrentar, sobreponerse y salir fortalecido o transformado por
experiencias de adversidad”.
A partir de este hecho podemos empezar a reflexionar, es factible
entender que todos tenemos la posibilidad de salir fortalecidos de
cualquier situación, a partir de ello dejaría de tener motivo de existencia la
compasión, pues cada quien se podría reorganizar a partir de su propia
experiencia, o bien, ¿la compasión sería una actividad sencilla, pues sería
latente la actitud de la gente por aprender o rehacerse de su experiencia?
Por otro lado, ¿hasta dónde es cotidiana la resilencia a pesar de los
grandes esfuerzos y voluntades de personas que quieren y desean ayudar a
quienes están viviendo momentos difíciles?, ¿somos sensibles cuando alguien es compasivo ante nuestros
problemas o lo desestimamos porque nadie nos puede entender?
Más aún, ¿cuál es el papel de los medios de comunicación, masivos y
electrónicos con respecto al sufrimiento humano? No podemos olvidar o dejar de
lado que en medios masivos se ha criticado el contenido en programas como los
reality shows en donde la exhibición de pérdidas, carencias y sufrimientos garantiza
audiencias, ¿y qué tanto están alejadas las redes sociales y plataformas de
contenidos como los ya descritos?
El tema que se ha desarrollado implica un análisis detallado de cómo
la figura de in coach puede ser útil dado el entorno social y de comunicación
en que estamos inmersos. ¿Un coach debe ser une ejemplo de compasión o de resilencia?, ¿cómo el coach se vuelve un ejemplo de resilencia en su propia vida?, ¿la resilencia se puede orientar de manera efectiva en quien no cree en el concepto?
De esto y más reflexionaremos en fechas próximas.
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