lunes, 17 de noviembre de 2014

Necesidades de coaching en la docencia (II)


Sonreímos más fácil cuando ayudamos


Ya la semana pasada describimos un enfoque de lo que es inseguridad, el tiempo líquido en que hemos tenido que aprender a vivir, así como bosquejar algunas de las actitudes que un docente moderno debe expresar como cualidad vital y no solo como un recursos casual, pero necesitamos más.
La experiencia, como maestro de redacción, me permite saber que cuando un alumno me entrega un trabajo de clase lo primero que me dice es “¿ya está bien así maestro”?, como especialista puedo decir sí o no; el papel del docente como coach da respuestas opcionales como:
a.    “¿Te parece que está bien?”
b.    “¿Quedó como tú lo deseabas?”
c.    “¿Dice lo que en verdad querías expresar?

Es sorprendente la cantidad de veces que el alumno me ha dicho textual: “pues no, no está bien”, en la continuidad del diálogo se pasa a la instrucción empoderadora: “bueno, pues entonces corrígelo” (no olvidar que es una clase, no una sesión formal de coach), y sí, en ocasiones me responden: “¿pero qué le cambio?” La respuesta que se puede dar empodera aún más (es posible): “Si tú mismo sabes que no está correcto o como debe estar, bueno, pues tú sabes lo que hay que corregir”. 

En más de siete años este diálogo me ha permitido dar poder a los alumnos, pues se dan cuenta que ellos mismos dieron las respuestas, y saben que hay que hacer bien las cosas, con base a un trabajo previo. Un detalle más, nunca ha avanzado más este diálogo, nunca se ha presentado un conflicto, todos los estudiantes han quedado claros que si ellos saben dónde no están bien las cosas, ellos son los idóneos para poner la solución. 

Reitero, esto está comentado en el sentido de una clase en que hay lineamientos o instrucciones concretas y procesos a cumplir, pero nos permite imaginar lo que puede ser una charla sobre temas personales del alumno.
 
Si bien es un ejemplo sencillo, algo se bosqueja de lo comentado por Ferrés I Prats, el docente con herramientas, diálogos y actitudes de coach deja el papel de protagonista al alumno, se empieza a acostumbrar a la idea de que él puede solucionar problemas, que es capaz, que puede tomar decisiones acertadas.

Ahora bien, para este docente que trabaja como coach en su clase, ¿basta la sesión de una hora, de una mañana?, para dar contenidos y estilo de trabajo sí, pero recordemos el punto inicial de la reflexión, la formación humana y emocional también es parte de su compromiso educativo, y en clase se está enseñando a trabajar, a aprender. 

Bueno, la sugerencia de esto que pasa más por filosofía de vida, para ello se tienen espacios, pasillos, patios, y sitios de reunión común que deben ser también áreas de trabajo docente, no solo el aula. Un maestro de educación básica, que trabaja con niños,  al estar en el patio en el descanso o recreo puede platicar, ver, observar, interactuar, es más, con estar es más que suficiente; con estar, ya es buscando, tiene un área de influencia que el alumno le va dar, sin requerir órdenes o instrucciones el alumno se acercará, lo buscará, pues el niño busca referentes, busca modelos para comparar, esta es la zona en que el maestro como coach cierra la pinza. Esta es la parte que la docencia tradicional no domina, la parte tradicional se centra en dar clase, solo en eso, porque como lo comenté al inicio, es su maestro, no su niñera. 

El maestro debe esperar recibir información
Ahora bien, en grupos un tanto más maduros, pensemos en medio superior o universidad, ¿el alumno requiere de modelos?, ¿los busca?, claro, desde luego, pero no de la misma manera en que lo requiere un niño de educación básica, el adolescente o joven quiere espacio, no desea tanto contacto, no lo requiere, al menos de manera consciente así lo ve, pero la misma e incluso mayor búsqueda de referentes permanece, ¿y quién mejor que el maestro para ser parte de esa búsqueda? 

Y es ahí en donde entra el segundo aspecto de la combinación, el uso de las TIC, si un alumno desea interactuar conmigo, ¿estoy siendo realista buscando entrevistas o charla en el patio?, su forma de interactuar ya no es la misma que en primaria, ahora quiere distancia, privacidad, es él quien toma el control, ¿qué se puede hacer?, entrar en donde él sienta que tiene dicho control, claro, estamos hablando de las redes sociales. 

¿Qué implica esto?, que el docente que trabaja como coach va a tener que repartir parte de su tiempo a estar en redes sociales y llevar sus herramientas y lenguaje al espacio virtual. Aquí algo simpático ocurre, lejos de ser el maestro el que “espía” la actividad de los alumnos, son ellos los que se acercan a “inspeccionar lo que hace el maestro”. 

¿Cómo entrar a este universo juvenil?, el maestro como coach solo tiene que aplicar una primera herramienta fundamental, si ha sido capaz de responder ¿Quién soy?, bueno, pues en la red social solo debe ser congruente, y ser lo que es, no hay que fingir, no hay que impostar, solamente hay que ser uno. Las opciones de comunicación son muchas: efemérides, citas famosas, canciones, videos, reflexiones personales, los populares memes que proyecten la imagen de seguridad y de triunfo del maestro como coach, estas pequeñas acciones irán haciendo poco a poco la red de contactos de sus alumnos. 

Y como se explicó, el maestro como coach tiene que ser él, natural, pero no superficial ni frívolo, tiene que tener muy en claro que ese espacio es para la promoción e interacción de sus enfoques de vida como coach, así como en clase debe marcar que él es maestro, no el amigo de los alumnos (en caso de romper esta regla los alumnos solitos nos recuerdan este fundamento), de la misma manera, en una red social no olvidar que soy un maestro en red social que busca influir, orientar, apoyar, clarificar, auxiliar a mis alumnos en enfoques de vida, no educarlos. 

No es necesario subir un post en que diga “les voy a dar un concepto, pongan atención”, no, porque no es clase, con subir un comentario que diga: hoy estuve en clase con x y fue una experiencia muy agradable, los llamados “likes” irán apareciendo poco a poco, esta aceptación permitirá al maestro con herramientas de coach tener la posibilidad de influir fuera del salón de clase, influir en el plano emocional y humano al que hacíamos referencia. 

Los tiempos líquidos en que vivimos orilla a que la docencia trascienda las aulas, que el mensaje, que el discurso, rebase la mera instrucción de contenidos; el alumno nos va a recordar más por el trabajo emocional y humano que por las fórmulas y teoremas. La opción viable, natural y sencilla es el uso de herramientas poderosas, herramientas de coach y el dominio de los espacio virtuales. 

Esto se puede resumir de la manera que en lo personal me ha dado frutos: el maestro no se puede enfocar en dar clase, el verdadero maestro “hace muchas cosas y además da clase”.

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