lunes, 25 de julio de 2016

Las acciones y su precisión

¿Ya habías mditado esto?
Durante un tiempo, en realidad fueron como cuatro años, me asignaron en una universidad, una materia de desarrollo humano, me gustaba el contenido, con todo y que era muy desgastante trabajar esos temas con universitarios. Razones y trabas muchas, desde su desinterés porque eso ya lo "sabían" hasta carecer de recursos actuales como Youtube o Pinterest.

En una de tantas hablábamos sobre el tema de la prudencia. Pregunté qué tan prudente era presumir que desde el inicio de la carrera sabían que iban a concluír, es decir, si se iban a graduar. La docencia te enseña que no todos acaban por mil razones, desde falta de interés hasta un perfil profesional que no se cumple en lo personal. Lo intreserante es que una chica me debatió de manera muy intensa que ella sí sabía desde el inicio que iba a acabar la carrera, que todo dependía de "las ganas" que le pusiera. 

Su razonamiento era fundamentalmente que quien le echa ganas logra lo que quiere, sin importar los obstáculos, quien no le echa ganas no puede obtener las cosas. Al margen de ya no recordar cuanto tiempo discutimos (o neceamos) sobre el tema, yo te hago una pregunta inicial, ¿qué es echarle ganas? Esto es tan maravilloso que sé que todo el que lea sabrá darme una definición, "su" definición. Y podrán parecerse, tener puntos en común, pero a final de cuentas todos andaremos con nuestra propia definición.

Más, si este día te pregunto ¿qué es echarle ganas?, sabrás que responder, ¿pero podrás tener la misma definición en tres días, en una semana o el mes entrante?, tal vez, ¿pero cómo saberlo?, a final de cuentas "echarle ganas" es una definición que se ajusta, que no define nada, que no compromete ni orienta acciones concretas.

Vamos a ponerle orientación:
¿Para generar un cambio cuánto tiempor estimas "echarle ganas" para ver un cambio?
¿Hasta dónde echarle ganas es esfuerzo original o influencia de otros?
¿Cómo determinas la cantidad de "ganas" que le pondrás a algo?
¿Y cuando le echas ganas, dónde las pones, donde colocas tus "ganas"

Y así podemos poner más preguntas, lo divertido es que aunque ninguna tiene respuesta, las puedes responder, porque el concepto es acomodaticio, se ajusta a lo que sea, la pregunta en verdad importante es ¿cómo puedes evaluar el cambio que has generado al echale "ganas" a las cosas?
 
¿Se camina sobre la cuerda "echándole ganas"?
Todo que te comparto no busca que pases un buen rato, o peor aún, sientas que estoy trivializando expresiones cotidianas. Escribir sobre esto es para tener conciencia de que no todas la palabras que usamos nos orientan el éxito, es más, es posible que estemos abarzados a palabras que no nos ayudan al logro, al triunfo. Usar palabras concretas, empoderadoras tienen precisión, son claras y se fundan en nuestras convicciones, fuerza y aspiraciones claras.

Cuando trabajas con un coach, o eres un coach, aprendes el valor de las palabras, su capacidad de alimentar tu mente, de orientar tus acciones, de enfocar tu pensamiento, de revisar tus creencias. Interiorizas que es un proceso continuo, eterno, de un autodescubrimiento intenso, valioso, pero tienes armas para poder obsevarte, y desde luego pedir ayuda si lo consideras oportuno. Un coach no es un superhombre que se aleja de su condición humana, al contrario, acepta su condición falible de humano y del valor de la ayuda.

Te invito a que formes parte de un proceso de certificación, en Escuela Profesional de Coaching y Desarrollo Personal tenemos los recursos, en enfoque y las actividades para logres el conocimiento de esta técnica de desarrollo personal, mismas que te ayudarán a mejorar tu entorno. A partir de prácticas sencillas, pero profundas, irás modelando situaciones en que cobres consciencia de lo que eres como persona y de lo mucho que puedes aportar para que tu mundo sea un mejor lugar.

Es posible a partir de la convicción de acciones concretas, pensadas y enfocadas, no solo a partir de "echarle ganas" 






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