El galardón de las
buenas
obras es haberlas hecho.
No hay otro premio digno.
Séneca
obras es haberlas hecho.
No hay otro premio digno.
Séneca
Hace unos días tuve la oportunidad de estar con mi familia
en un partido de béisbol, en el parque de pelota, como se le llama, era un
juego de final, había un lleno total y el ambiente era muy alegre. La anécdota
se dio en la segunda pelota del partido, que fue un batazo de faul, y de los
veinte mil lugares en donde pudo caer la pelota fue justo la zona en la que
estábamos sentados.
Para quien ha ido a un parque de pelota sabe que estas cosas
pueden pasar, el béisbol tiene puntos peligrosos, el bolazo cayó junto a mí,
admito, no alcancé a reaccionar, tal fue la violencia del toletazo que nada
pude hacer dadas las circunstancias, la pelota fue a parar en la rodilla de mi
sobrino, un niño de siete años.
Claro que fue un bolazo muy duro, si yo no esperaba algo
así, él menos. Desde luego que el llanto y la ansiedad del golpe se conjugaron.
Como pudimos tratamos de consolarlo y sobarle lo que de seguro iba a ser una
gran y doloroso moretón. Desde luego que lo primero que medito es que por
fortuna el bolazo fue en la rodilla y no en tórax, abdomen, o peor aún, en la
cara.
Lo que en verdad valió la pena fue que la persona que se
quedó con la pelota, un joven de no más de 26 años, a tres filas de donde estábamos
consolando a mi sobrino se acercó, se puso frente al niño, tenía una camisa
entre sus manos y le dijo, “mira amigo, la pelota no te la puedo dar, pero
acepta esta camisa, por favor”, se trataba de una franela conmemorativa del
campeonato, es decir, con logo del equipo, nombre de los jugadores y demás
información. Claro, logró conmovernos y se ganó un aplauso de nosotros y de las
personas, bastantes, que estaban en la zona.
Esta pequeña anécdota me sirve para representar lo que es la
bondad, pues en la confusión del momento, este joven se pudo quedar con la
pelota y ya, no había deuda moral alguna. ¿Qué fue lo que movió a esta persona
a regalar una camisa que acababa de comprar momentos antes?, consciencia, su
novia que le dio la idea, la compasión de ver llorar a un niño, no lo sé, simplemente
diría, desde mi punto de observación, hizo lo que sintió que tenía que hacer.
Lo que hizo fue un acto bondadoso, de generosidad, y que me
permite reflexionar en los cerca que estamos de poder tener actos bondadosos en
la vida. Es decir, estamos hablando de que con una camisa regalada a un niño
recibió una sonrisa a cambio, y más nada, ¿hasta qué grado estamos dispuestos
a hacer algo solo porque lo debemos hacer, por ese compromiso moral con uno
mismo, y de esa manera hacer la vida más llevadera a otra persona, aunque no la
conozcamos.
Es fácil observar actos mezquinos y explicarlos con
abundantes teorías, y somos capaces como género de hacer detallados planes con
tal de sacar ventaja de los demás para lograr beneficios de manera cómoda y
ventajosa, ¿cuánto tiempo podremos destinar al día para planear un acto
bondadoso?, y no me refiero a falsa caridad o dar dinero a todos los
limosneros, que no por fuerza son actos vacíos, me refiero a bondad emocional,
ayudar a que la gente se sienta bien.
El dar cosas, el dar dinero está bien, el colaborar en
causas está bien, ¿pero qué implicará el tener comportamientos bondadosos y
generosos en general?, me refiero a dar actos de bondad al que tiene recursos y
al que sufre carencias, me parece que eso nos acercaría a una vida más
integral, porque, ¿quién no merece un buen momento al día?
Un coach es una persona que te puede ayudar a tener actos generosos y bondadosos, generosos contigo y con tu entorno. Date la oprtunidad si sientes que puedes enfoacar mejor tus acciones, o si deseas potenciar eso que está latente en ti. Tu amigo Carlos Praget está a tus órdenes.