lunes, 11 de mayo de 2015

Buscando la iluminación

En Wikipedia se puede leer lo siguiente: "La Epifanía (por etimología, del griego: επιφάνεια que significa «manifestación») es un acontecimiento religioso. Para muchas culturas las epifanías corresponden a revelaciones o apariciones en donde los profetas, chamanes, médicos, brujos u oráculos interpretaban visiones más allá de este mundo. Es también una fiesta cristiana en la que Jesús toma una presencia humana en la tierra, es decir Jesús se da a conocer.

Las epifanías se pueden trabajar
¿Por qué me interesa en esta ocasión la idea de la epifanía?, porque creo que es una idea que la podemos aterrizar a algo más cotidiano, entiendo y respeto el sentido místico que le ha dado valor, pero no siento que haya problema para que no pueda ser parte del lenguaje cotidiano de cualquier persona... cualquier persona que se comprometa con el sentido de la epifanía.

¿A qué me refiero al compromiso con la epifanía?, bueno, si tomamos a ésta desde el enfoque místico no tiene caso, la divinidad es la que nos elige, como personas podemos ser revelados del plan que se tiene preparado para nosotros. Un ejemplo que se me ocurre, de tantos, es el de Moises, que de ser un príncipe egipcio, eventualmente se le reveló el propósito divino para dirigir el éxido judío.

Pero en el sentido en que lo comparto, la revelación se trabaja, se busca, son los hábitos los que nos permiten llegar a las ideas. Es decir, tener una idea no es algo sencillo ni automático, estamos hablando de que una idea tiene dos cualidades fundamentales: es original y que se rentable.

Ahora, cuando se habla de originalidad no es por fuerza lograr algo que nunca se haya visto antes, de lo que se trata es del cambio de enfoque. Por ejemplo, bebidas refrescantes siempre ha habido, todas hidratan, fue original encontrar la que hidratara más rápido. Sobra decir que a partir de esa originalidad vino de la mano la rentabilidad. 

El hábito de pensar debe ser estructurado
Sin embargo, no siempre la originalidad se acompaña de la rentabilidad, cuando los hermando Lumiere inventaron una máquina que con imágenes fijas proyectadas a cierta velocidad provocaban movimiento, ellos palabras más, palabras menos, desestimaron su producto original, afirmaron de él algo así como un juego bonito, pero poco rentable, sin futuro, solo una bonita ilusión que no tenía futuro. ¿Imaginas la historia del siglo XX sin el cine? Bueno, George Melies no tuvo la originalidad, pero sí vio la rentabilidad. 

Dado lo que acabamos de describir: Para lograr una epifanía se deben tener hábitos de creatividad que se deben condensar con originalidad y rentabilidad. Hoy pusimos énfasis en lo que condensa, ¿pero cuáles son los hábitos de la creatividad?, esta semana los estaremos comentando.

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