miércoles, 24 de abril de 2019

El líder y su escritorio


El ser humano, de siempre, es mítico; esa fue una de las grandes razones que hicieron que dejara de ser un nómada y diera el paso al asentamiento, al apego, a la relación con las cosas. Una prueba son los rituales fúnebres; o bien, los cazadores tenían en categoría de sagradas a sus armas, una lanza destrozada era una tragedia mística.

Por ejemplo, es sabido que para un ejército, en el México prehispánico, la caída o captura del estandarte era la derrota del ejército, en palabras elegantes, la capitulación. Así somos los seres humanos, así nos gusta tener objetos que entre místicos y protectores nos den seguridad. 

Todos tenemos algo que nos da seguridad, un crucifijo, una prenda de ropa que nos hace ver bien, un reloj si somos muy ansiosos, coleccionar el objeto que sea, tener boletos para el estreno de una película, en fin. ¿Esto funciona a nivel de empresa?, desde luego. Lo ideal es que los miembros de una organización sintieran confianza al aplicar los procesos, protocolos de desempeño, y si no los tienen crearlos, así de simple. Pero no, parece que para muchos líderes lo mejor es esconderse en el escritorio como ejemplo del su poder y autoridad para no resolver problemas.

¿Por qué hablo de un escritorio?, simplemente por ser parte del espacio vital de un jefe (que no por fuerza un líder), cualquier tutorial de entrevista laboral te va a indicar que nunca uses el escritorio del reclutador pues es tanto como invadir su espacio, por lo tanto hay que mantener la distancia en tanto no se dé una instrucción diferente.

Esta reflexión viene a cuento porque esta semana debía dar un curso a un grupo de asesores comerciales, y fui notificado, por correo electrónico, 10 minutos antes del inicio, que el curso no se iba a impartir, que el director (a) estaba en una junta y que en unos momentos más bajaba a ver la situación. Incluso el director (a) sabía que ya estaba en la sede por comentarios de las personas con las que trabajaría el curso.

Dejo a tu imaginación mi sentimiento, pero accedí a esperar un tiempo a que bajara a ver la situación. El hecho es que estuve por 50 minutos en la recepción y nadie “bajó” a ver la situación. Por lo que opté mejor en irme.


Como este un espacio que gentilmente me comparte @ContinuamosMX me voy a dar la libertad de fantasear con la respuesta y solución que hubiera gustado, a mi conveniencia, muy posible: “A ver …, mira, estoy en una junta y de plano se me olvidó que iba a ver … a dar un curso a los promotores. Baja como de rayo y dile que estoy en junta, le invitas a desayunar en la cafetería de la escuela, yo le llamo a la encargada para que me pase la cuenta. Cuando acabe de desayunar, me avisas y ya bajo pedirle disculpas y veamos la fecha que podemos sacar esto”. Te aseguro que esto no es por tratarse de mi caso, o porque necesite mucho in desayuno de cafetería universitaria, te aseguro que ninguna es si quiera buena, por una simple razón… Es universitaria. Es un tema de gestión de conflictos.

El punto de esta ficción con que remato es que el líder, en su proceder, se mantuvo alejado del problema, no solucionó de manera efectiva, dio largas, evitó el contacto, y cuando supuso que ya estaba de nuevo en control de la situación se “sorprendió” de que ya no estuviera ahí… Se escondió en su escritorio, en su cargo, en su rango, y evitó tener un conflicto en ese momento. El problema es que el puesto que desempeña brilla por lo que se resuelve, y no por lo que evita que se conozca. Además, el líder que tiene a su cargo gente debe saber algo muy claro: a la gente a la que no corresponde puede reportar los hechos (sin quejas o juicios), y tarde que temprano tendrá un problema que deseaba no enfrentar con sus superiores.


jueves, 11 de abril de 2019

El muro que debemos derribar


Todos tenemos una barrera en frente de nosotros, algo que nos recuerda que somos falibles, que hay metas por lograr, algo que nos recuerda que podemos ser pequeños e indefensos en algún momento de la vida, todos hemos experimentado la ansiedad o angustia de tener un problema que bien a bien no sabemos cómo resolver, y que incluso salir huyendo no soluciona nada, pues es muro siempre está por delante de nosotros. Pero puede ser superado, ¿cómo?

Cuando me enfoco en este tema de inmediato me viene a la mente la película “Campeón son corona”, cinta donde el director Alejandro Galindo modela al personaje Riberto Kid Trerranova, un tipo de barrio, bravucón, con mucho talento que nunca lo puede llevar al logro de metas grandes, en resumen, por complejos que no le permiten tomar lo que podría si confiara en sí mismo. La virtud de Galindo estuvo en tomar la vida de Rodolfo Chango Casanova, personaje que nunca pudo dar el ahora llamado salto de calidad por no confiar en sí mismo y ser presa de sus miedos y creencias limitadoras.

Estos personajes que expongo son el ejemplo de lo que es vivir con el muro delante de uno, lo interesante es que tiene un par de factores que vale la pena analizar, en primer lugar, todos tenemos la capacidad de crear el muro que deseemos para ser víctimas de algo que nos deja llegar al triunfo, puede ser alguna adicción como puede ser tabaco, alcohol, sexo, comer, trabajar, algunas incluso muy reconocidas y apreciadas socialmente, pero también se puede también manifestar en relaciones poco productiva (tóxicas, se les llama ahora), aprobación no obtenida de  familiares o amigos, creencias obtenidas en la infancia, en fin, el material puede ser el que se guste.

En segundo lugar, y más relevante, es que podemos tener a mano un auténtico martillo para derribar ese muro, pero para que el martillo derribe el muro se tiene que utilizar. ¿De qué está hecho el martillo?, de resiliencia, que de manera sencilla es la capacidad que tenemos todas las personas para resolver los problemas o sobreponernos a lo que no podemos solucionar.

Te comparto un ejemplo muy sencillo de lo que es esta capacidad que todos tenemos, y que es muy básico. La selección de fútbol que más derrotas tiene en finales del campeonato del mundo es la de Alemania, nadie ha perdido más que ellos en finales, sin embargo son tetracampeones, es decir, su capacidad resiliente es la que los hace sobreponerse y regresar, y regresar y regresar las veces que sea necesario. Nadie ve a los alemanes como perdedores.


La resiliencia no es ser invencible, la resiliencia es sobreponerse a dudas, miedos, escenarios adversos, es el martillo que ayuda a romper el martillo. El martillo es una gran herramienta en tanto la usemos, sola no hará nada, somos nosotros lo que debemos convertir nuestros pensamientos en acciones que nos lleven a lo que deseamos, a lo que merecemos, a lo que nos corresponde, y es ahí donde entra la conciencia.

Nadie dice que es algo sencillo o automático, es el reto de vida que cada quien debe resolver, la mejor manera de alimentar la resiliencia y así derribar al muro que hemos construido es la planificación de las acciones, la reflexión de qué quiero en vida, el por qué vale la pena que implemente un cambio, visualizar la vida que deseo y comprometerme con ese estilo de vida que he dicho que deseo, y lo más importante, sustituir los hábitos que me tienen en la condición en que estoy. 

Si bien todos tenemos limitaciones, de igual modo tenemos dos opciones, dejar pasivamente que ellas ganen y determinen el lugar al que llegaremos: o bien pensar, planificar y trabajar para superar lo que en un inicio parecía que no se lograría. Esto es lo que movió a exploradores, ¿a dónde deseas y merece llegar?, empieza a trabajar de manera consciente en ello. Ese muro solo es eso, un muro que como cualquiera, puede ser superado.