jueves, 2 de junio de 2016

Lo que no nos enseñan

Hace unos años, ya bastantes, en un puesto de tacos, como tantas cosas, escuché la charla-queja-resignación de otro comensal con el taquero, me queda claro que había ya mucha confianza.

Explicaba esta persona que la situación estaba mala, muy mala (algo que ha sido desde siempre), que tenía que trabajar mucho, que no salían las cuentas, en fin, las creencias que cualquiera puede terner y qué mejor que contar sus planes y quejas a un taquero.

Lo que me llamó la atención fue una frase que recuerdo: "contraté con la compañía que pasó todos los juegos del mundial de fútbol, pero no pude ver ni un partido". Esto lo sigo recordando porque me generó la reflexión, ¿por qué contratar un servicio que no iba a disfrutar. El contexto de su charla revelava que contrató el servicio sabiendo que eso iba a pasar. Estaba muy consciente de que no iba a disfrutar, pero de alguna manera el tener el satisfactor a alcance le daba, posiblemente, seguridad, quizás felicidad.

Más allá del caso que motiva este texto, creo que vale la pena hacer el ejercicio sencillo, aunque profundo:

¿Cuanto de lo que poseemos lo disfrutamos de manera supermativa?
¿Cómo entiendo la satisfacción de las cosas?
¿Qué es lo que buscamos de la satisfacción?

Me parece que no son preguntas menores dado que vivimos en una sociedad que valora en extremo la sensación sobre la reflexión. Desde el lado tecnológico podemos ver la urgencia de tener teléfonos cada vez más modernos, aunque todos tengan en esencia un 90% , o más, de similitud. Sensasión sobre reflexión.

Por otra parte, en el plano informativo, cada vez dependemos más de la información falsa, alterada, parcial, tendenciosa en redes sociales, pues resulta más fácil ver un video que nos induce lo que hay que saber que hacer búsquedas de información en diversos medios. Sensasión sobre reflexión.


En los planos educativos vemos que cada vez hay más jóvenes que viven con la urgencia de tener una licenciatura, dos licenciaturas, obtener la maestría y estar pensando en el doctorado, todo ello antes de los 40 años, pues saben que juntar reconocimientos les da mejores perspectivas competitivas, ¿pero garantiza que sepan integrar eso con una visión de ayuda social, de beneficio a la colectividad? Sensasión sobre reflexión.

Y así podemos ir sumando escenarios, a final de cuentas la sociedad esta plenamente diseñada para el logro de metas, de conquistas que vayan sumando lo más pronto posible méritos, "blazones", y en esa histeria colectiva hace que quien no se sume parezca lento, poco competitivo, que no está a la altura de los retos del mundo actual, ¿será cierto?, ¿tiene esto fundamento?, ¿será una creencia que nos empodera o que nos limita?

Me parece que son unas simples preguntas se pueden aclarar mucho:

¿Cuando buscas algo, cuál es el origen de ese deseo?
¿Qué vas a hacer con lo que vas a aprender u obtener?
¿Quien más se beneficia con lo que tu logras o consigues?
¿Qué vas a dejar de lado en la búsqueda de esa meta?


Responder a estas simples preguntas te pueden ayudar a poner en claro lo que vas a emprender, y si quieres que sea aún más efectivo, comparte tus respuestas con alguien de confianza a ver que piensa, pues considera que disfrutar de la vida es un conjunto de metas por cumplir, de acciones para mejorar tu entorno, que disfrutes no solo por lo que tú logras, que disfrutes por lo que mejora quien está a tu lado. Da ese giro, porque si lo piensas con detenimiento, no nos enseñan a disfrutar en lo cotidiano.



 

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